lunes, 28 de julio de 2008

Insoportable compañía

Que absurdo pensarlo. Aún recuerdo aquel momento en el que la felicidad no cabía en mi cuerpo. Ese latir que reflejaba la emoción de haber encontrado eso, que en repetidas veces había buscado y me había llevado a encontrar un vacío. Pero no, claro, ¿como se me ocurrió? Eso no era para esta mortal ignorante en el tema. Cada trozo de ilusión fue cayendo, de tal manera que no me dí cuenta, hasta dejarme desnuda frente a una realidad que no quería enfrentar.

Regresé al punto de partida, sin nada, solo con la desilusión de no poder hacer eso que anhelaba, yo era poca cosa. Todos ahí, viéndome desfallecer y por si fuera poco no me dijeron nada, no hicieron nada.” Puedo darte un consejo… bueno, puede ser que no sea lo mejor, hay otras cosas” decían. Claro que no era lo mejor, no era lo mejor para ellos. Primero que sí, que sí podía; luego que tal vez, solo tal vez, no era lo mío.

Ahora heme aquí, suplicando un poco de aliento que me ayude a soportar a esa que viene cruzando la puerta, mi peor enemiga, pero mi actual compañera: la indecisión. Esa que últimamente no quiere que me sienta sola y arrastra una silla para estar a mi lado. Esa que me habla en los momentos en que menos la necesito. Esa hipócrita que quiere lo mejor para mí, pero que no se atreve a decírmelo de frente. La que me impide escribir ésto, pero a la vez me ayuda a recordar esa palabra, que tengo en la punta de la lengua, aguardado ser sacada a la fuerza, la que lleva mi mano con cada letra que escribo. Esa que ríe al verme llorar y que llora en mis momentos de gozo. Sí, esa, la que quiero dejar fuera de mi vida, pero de la cual tampoco se si quiero separarme.

1 comentario:

Grin dijo...

No otras palabras que describan mejor lo que se quiso expresar...