viernes, 25 de julio de 2008

Espacio limitado

Él la mira, desde el gélido suelo colmado de gotas, provenientes de los cuerpos. El vapor desde el suelo colma sus entrañas de inesperadas sensaciones. No lo saben, pero ahí se encuentran tendidos, cada uno boca abajo, separados por la angustia. Él no se aventura a decirle, ella no es capaz de enfrentarlo. Cada uno por su lado al terminar la rutina del martes ¿O será lunes? El calendario indica jueves, pero no pueden hablar de mañana.


Ella se da cuenta de su presencia, del reflejo de sus ojos en unos semejantes, pero expositores de ironía. Quita la mirada, y la fija en el azulejo donde se posa su mano izquierda. Ese desconocido portador de esperanza se encuentra a tres metros de ella. ¿Desde cuando la conoce? En esta vida: no hace más de unas horas. Ella dejo de prestar atención a esa imperfección crema en la pared desde que el abatimiento se convirtió en suspiro.


Podría decirse que no era necesario un cuantioso periodo para que ella lo retara, y él, de manera absurda hiciera lo mismo como repercusión. Todo llega en su momento, y a la 1:30 de la madrugada no cabe más que el bostezo que la luna inspiró. Con los recuerdos de esas tardes que volaron lejos, y que si la rutina lo permite, el viento las traerá de regreso a sus pies.

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